Cuartos masculinos

Reí entre dientes, se estaba comportando como una estúpida ante un humano tan lindo. Pero supuse, que yo hice algo parecido. No del mismo modo, pero parecido. Me acerqué a su cama y dejé caer mi cuerpo en ella, hasta quedar tumbada boca arriba y mirando al techo.
-Angy nunca se enamoró. Y si lo hizo, me lo ocultó.

Fruncí el ceño.
-Siempre hay una primera vez -dije cruzándome de brazos- y ella está teniendo la suya. Aunque... ¿Y si realmente lo odia y se resiste a morderle?

-No parece que le importe.
Cerré los ojos con lentitud y cogí aire, para luego exhalarlo.
-Al menos él puede dormir, eso es lo que más añoro y a lo que él no le importa perder.

Suspiré y asentí con la cabeza, para luego abrazar un cojín de la cama y mirar a Steven con un gesto para que se tumbara a mi lado.
-Entonces yo también lo era -dije riendo entre dientes al recordar viejas y numerosas escenas en las que me regañaban los adultos.

Alcé una ceja.
-¿Lo debería tomar como una indirecta? -pregunté colocándome bien el pelo y notando como me había hecho varios enredones- Si te contara yo como fui...

Suspiré.
-Mi familia pertenecía a la realeza de Inglaterra -comencé recordando cómo era Londres aquellos tiempos, con sus preciosos caballos, sus vestidos antiguos, las viejas carreteras, las chimeneas encendidas- Adoro Londres, lo adoré entonces y lo sigo adorando. Lo único que odiaba era que me pusieran tutores estúpidos que tomaban el té y te enseñaban política y como comer debidamente en la mesa, usando cuantiosos cubiertos que no servían para nada -comencé dando una pausa y pensando en cómo seguiría contándole toooodo lo demás...

Sonreí, exhalando aire por la nariz, como un pequeño suspiro.
-Te equivocas. Jamás pude ejercer como ello. Además, ser princesa entonces no era como una niña se imagina hoy en día cómo será de mayor si fuera aquello.
Rodeé su cuello con mis brazos, abrazándolo con suavidad, como él hacía conmigo.
-Tenía todo lo que quería. Eso era perfecto. Vestidos preciosos, joyas... Pero no iba al colegio, y no me dejaban salir de casa, siempre aquellos dichosos estudios me ocupaban todo el tiempo. Así que lo que comencé a hacer fue a estorbar por todas partes, comencé a molestar al tutor, a la familia, en las comidas, en los preparativos hasta que acabé por pasar la verja y conocer la ciudad más a fondo.
Reí a carcajadas.
-Recuerdo que no sabía lo que era un puro y que en una cena lo prové delante de todos los nobles, sin que nadie me diera permiso a ello.

-Comencé a toser y a toser, por eso no me gusta nada que la gente de mi alrededor fume -dije intentando que se diera por aludido.
Apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos.
-Abandonar mi casa fue un error. No sólo conseguí que se preocuparan por mi, una niñata malcriada y maleducada que no sabría llevar bien aquel puesto. Conseguí perderme por mi propia ciudad. La desconocía tanto en parte, que acabé siendo el tentempié de un vampiro. Tube suerte de que la ponzoña me transformara antes que muriera congelada entre la nieve. Y bueno... -suspiré- Desaparecí y en Irlanda me encontré con Angy. Ella fue quien me ayudó.

Reí entre dientes.
-Conmigo nunca fue como con el resto. Supongo que tiene excepciones, como tiene todo el mundo con diferentes personas.
Volví a cerrar los ojos y hundí mi rostro en su pecho.
-Una lástima que la conociera -bromeé- si no me hubiese ayudado, sería salvaje y te habría mordido yo antes que tú a mi.

Fruncí mis labios.
-Eso ya es un hecho -siseé sonriendo de oreja a oreja.

Lo volteé hasta acabar encima de él. Aparté mi pelo a un lado y sonreí con diversión.
-O tal vez pierdas tú -dije acercando mis labios a su cuello, besándolo con dulzura y rozando su fría piel con mis afilados colmillos.

Alcé una ceja y fruncí los labios. Sostuve su rostro con mis delicadas manos, haciéndolo a un lado y rompiendo su fría piel del cuello con mis colimllos para luego susurrarle cosas al oido sonriente.
-Primer punto para Aiala...

Acuné su rostro entre mis manos, acariciando su barbilla con mis delicadas y frías manos. Las moví con lentitud, mientras lo miraba sonriente. Me sentía completamente diferente.
-El marcador está interesante...