Cuartos masculinos

Alcé las cejas.
-Lo sé. Además está prohibido cazar humanos.
Llevé mis manos a mi cintura mirándola de reojo.
-Claro -corregí yo tambien- Cathaline -dije nombrándola al pie de la letra.
Me puse de pie y abandoné la puerta diciendo.
-Yo cazo por mi cuenta.
Al menos no correré el riesgo que me tape entera una gorda capa de nieve pensé.

Alcancé a Angy con facilidad. Ella era más fuerte que yo, pero yo la superaba en velocidad. Anduvimos paseando por todo el colegio en silencio. Tube que soportar sus murmullos y a lo tonto, a lo tonto, acabamos en un piso que no conocíamos. Bueno, yo si lo conocía porque había estado anteriormente con Steven.
-Angy, en serio. ¿Qué te pasa con ése humano?

Puse los ojos en blanco, sonreí a Steven y le hice un gesto para que me disculpara unos instantes. Aparté el pelo de Angy y la miré desde otra perspectiva.
-Que te conozco. Algo te ha pasado con algún humano -reí entre dientes- Y no me extrañaría nada que hubiera sido algo que te patea.

Llegué con mi maleta al quinto piso después de haber estado hablando con la recepcionista unos momentos. Miré a dos vampiros que mostraban la mitad de su cuerpo por el marco de la puerta. Una era rubia, y muy hermosa. El otro parecía amable y ser de mi habitación, de modo que los saludé a ambos y pasé de largo, percatándome de la vampiresa que había visto anteriormente.
-Hola, hermosa -reí entre dientes, pasando por su lado y mirando su cara de enfado.

Alcé mis cejas al ver a aquel humano. Era guapo, no había duda. Me quedé quieta con una pequeña sonrisa, mirándo de reojo a ambos para luego reir entre dientes sin hacer ruido alguno.
-Vale, ya sé qué le pasa... -siseé en voz baja, sólo audible para buenos oidos vampíricos.

Asomé mi cabeza cerca del vampiro, mirándola a ella con una sonrisa pícara y juguetona.
-Sólo a ella. Y no es una habilidad -dije dando pequeños golpecitos de confianza en su hombro- Es pura diversión.

Reí entre dientes, no pude evitar aquel impulso de risa. Normalmente me pondría de su parte, pero aquello era demasiado divertido y peculiar. Angy no oponía resistencia, se mordía la lengua y se callaba.
-Angy, pero si es un humano... Como los que a ti te gustan.

Asentí con la cabeza, apoyado en la puerta mirándola de arriba a abajo.
-Correré el riesgo.

Rodé los ojos y vi como el humano salía tras ella, con un gesto de diversión. Mi risa se desvaneció y suspiré.
-Nunca la había visto así -dije meneando la cabeza a ambos lados, mientras me apoyaba en el marco de la puerta, de brazos cruzados y con mi pierna derecha acomodada en una silla cercana.

Me despedí de ellos con una risa y salí tras aquella vampiresa, que se debía llamar Angy.