Azotea del colegio

Peligro. Grandes alturas. Agarrarse a la barandilla y nada de hacer tonterías.

Llegamos a la azotea. Me asomé por la barandilla, había gran altura. Miré a Steven de reojo, era tan guapo... Había algo en él que me gustaba. Me senté en la barandilla, a pesar de la altura. La imagen de Cathaline era irritante...

Me crucé de brazos y miré al frente.
-Como si quiere matarme. No me importa en absoluto.
Puse los ojos en blanco al recordar su falsa sonrisa en las viejas aulas mientras tocaba mi guitarra.

-No, déjalo. Ya hablaré yo con ella -dije mirando al frente con seriedad.
Volví a mirar a Steven a los ojos y sonreí en silencio.

Reí entre dientes ante su comentario y me acerqué a él para besarlo con dulzura.
-Ya veremos qué ocurre y cómo reacciono.
Me agarré a la barandilla sólo por estar más segura y me estiré para verlo del revés.
-¿Sabes? -cambié de tema- Eres afortunado.

-Porque... No lo sé.
Me bajé de la barandilla y miré a lo lejos, mientras mi pelo rubio se llenaba de copitos de nieve.
-Supongo que porque, eres el único quien me ve así y no es malo.

Sonreí.
-No, es cierto -dije con seriedad- Tengo dos lados y los conoces. A veces sale uno y otros otro. Así que ojo al parche.
Me tapé un ojo con mi mano riendo entre dientes y abrazándolo.

-¿A sí? Me lo tienes que demostrar.
Acuné su rostro entre mis manos y lo miré fijamente, para que no me besara en la nariz, sino en los labios.

Noté el frío en mi espalda, pero no me importó. Seguí besándolo con rapidez, saboreando su lengua.
-Las manejas muy bien -dije entre dientees.

Mostré mi blanca dentadura.
-O Mort Rainey y John Shooter.
Lo besé una vez más.

Lo volteé y ésta vez él se puso en el frío suelo, algo nevado.
-Y tú una caja de sorpresas -admití.