El Comedor

-¿Cariño de alguien tan frío? -me quedé pensativo- En absoluto.
Rodé los ojos y sonreí.

Cogí su copa y olí el líquido que tenía dentro, haciendo un mohín.
-¿Cómo os puede gustar ésto?

Rodé los ojos.
-Tú comías esto. Debes de recordar lo mucho que te gustaba el chocolate, o el flan... Cualquier cosa. Debes recordar el sabor de algo que no sea sangre.

Sonreí.
-Yo siempre recordaría el sabor del flan -dije como si se me cayera la baba solo de pensar en su sabor.
Meneé la cabeza y miré a aquella vampiresa.
-Cinco siglos... -pensé interesante.

-Cinco siglos y los que te quedan -dije arrojando la manzana a un contenedor y metiendola en pleno- Tiene que ser genial si tienes a alguien con quien estar todo ese tiempo.

Alcé las cejas.
-Bueno, no lo sé. Parece interesante. Pero de momento estoy bien así.

-Vine de España. Mi madre vive en el pueblo pero es como si estuviera muerta, no la veo y no me quiere.
Rodé los ojos.
-Me trajo a éste colegio, el más cercano y sucio por lo que veo -miré a mi alrededor- pero es interesante. Sobre todo por la gente que hay en él -dije mirando a Angy a lo lejos.

-¿Quién no te quiere? -dije frunciendo el ceño- Esa vampiresa te quiere -dije asintiendo con la cabeza.

Alcé las cejas.
-¿Qué pasa con ellos? -pregunté curioso, aquella vampiresa era interesante.

-Parecido a mi. Pero esto tampoco está tan mal.
Rodé los ojos.
-Conoces a gente interesante.

-A tí, a las razas en general -miré a Angy- a ella...
Comencé a golpear con suavidad la mesa, con las puntas de mis dedos.

-¿Y ninguno de ellos te quieren? -alcé una ceja- Me extraña.
Paré de golpear la mesa.
-Un poco de las dos cosas.